Si tu jefe o jefa es, como dicen por ahí, “carne ’e puerco”, la mejor manera de responder a su hostilidad es dándole el mismo trato.
De acuerdo con un estudio de la Universidad del Estado de Ohio, los empleados que tratan a sus jefes de la misma manera en que los tratan a ellos se sienten menos víctimas, experimentan menos sufrimiento psicológico y derivan más satisfacción de su trabajo.
“Lo mejor, ciertamente, es que no haya hostilidad. Pero si su jefe es hostil, parece que lo beneficioso es reciprocar (la hostilidad)”, indicó el autor principal del estudio, Bennett Tepper, según reseñado en la sala de prensa cibernética de la Universidad.
En el estudio, para que un jefe fuera considerado hostil tenía que gritarle al empleado, burlarse o intimidarlo. En el caso de los empleados, la reciprocidad de esa hostilidad era ignorar al jefe, actuar como si no lo entendiera o no esforzarse en su desempeño. Según Tepper, esas son las cosas que no le gustan a los jefes y que se ajustan a la definición de hostilidad, pero de una manera pasivo agresiva.
Para llegar a los hallazgos de la investigación se utilizaron datos de dos estudios realizados con dos meses de diferencia. En el primero, 169 personas completaron un cuestionario desarrollado por Tepper para medir la hostilidad de un supervisor. Los participantes tenían que calificar la frecuencia con la que sus jefes hacían cosas como ridiculizarlos, pero también tenían que calificar la frecuencia con la que les respondían de la misma manera.
Siete meses después los mismos encuestados contestaron preguntas relacionados con la satisfacción en el trabajo y su compromiso con la empresa, además de sus sentimientos y trastornos psicológicos. Ahí fue que encontraron que quienes no reaccionaban a la hostilidad de su supervisor con una actitud similar tenían mayores niveles de angustia.
Claro está, pagarle a un jefe con la misma moneda puede tener consecuencias en la carrera de cualquiera. Por eso, en un segundo estudio se trató de identificar si los empleados “rebeldes” habían sufrido represalias por su actitud, pero la respuesta fue que no.
Tepper aclaró que los hallazgos no son para que los empleados automáticamente se pongan malcriados con su jefes, sino para que las empresas se deshagan de los supervisores que exhiben ese comportamiento.