El pasado año se puso en marcha en Alemania una aplicación llamada Peppr que ponía en contacto a ofertantes y solicitantes de prestaciones sexuales, pero su sistema de funcionamiento no alcanzó la perfección que buscaba su creadora, Pia Poppenreiter, y en poco tiempo fue cancelada. Poppenreiter se dedicó a consultar con las profesionales del sexo pagado acerca de sus necesidades para que una app de este tipo les resultase plenamente satisfactoria y ahora parece haber encontrado la respuesta.
Así nace Ohlala, la aplicación que permite poner en contacto a dos personas que acordarán los servicios requeridos y la cantidad económica solicitada a través de un chat interno. Al no existir perfiles públicos se refuerza el siempre delicado en en estos casos aspecto de la privacidad y la intimidad, al mismo tiempo que se garantiza la seguridad para ambas partes.
Con el eufemismo “citas pagadas” muchos dicen que la app promueve la prostitución, pero sus desarrolladores dicen que no, puesto que según explican su público puede recabar simplemente compañía o masajes sin “final feliz”, aunque parece claro que será el sexo a cambio de dinero quien más favorecido salga de una plataforma como esta en la que profesionales y/o aficionados/as podrán ofrecer sus servicios de manera directa, autogestionada, discreta y sobre todo esquivando una de las lacras del comercio sexual: el proxenetismo.
Quien solicita los servicios establece lo que busca, cantidad a abonar, duración, ubicación, preferencias personales… y las usuarias (y usuarios) disponibles en los alrededores, si encuentran la oferta interesante, responden a la petición y sólo si de forma explícita lo consienten se pasa a la fase de chat donde se ultiman los detalles y donde se mostrará al futuro cliente el perfil personal que hasta ese momento permanece oculto.
Esta sería la gran diferencia con el caso de Uber, donde ante la petición de transporte el conductor más cercano al peticionario tendría que acudir obligatoriamente a recogerlo no pudiendo rechazar el servicio. Con Ohlala el/la profesional del sexo de pago sí puede decidir si decide o no aceptar la propuesta.